El verano llega a su fin y los más pequeños ya regresan a los colegios. El transporte escolar vuelve a las calles y se convierte en una prioridad para la seguridad vial. Cuando viajan en el auto familiar es más fácil controlar la seguridad porque disponemos de los mecanismos que establece la ley, pero, ¿qué ocurre cuando viajan en el furgón escolar?
“Sólo de pensar que tengo que conducir me pongo nervioso”, “Desde el accidente que tuve, me siento incapaz de manejar mi vehículo”, “Noto como estoy perdiendo facultades y me resulta incómodo conducir”, “¿Por qué me bloqueo al estar al volante?, me da miedo que me choquen, no quiero atropellar a alguien”. Pensamientos como estos se refieren a un problema mucho más habitual de lo que nos podría parecer. En el lenguaje profesional se le llama “Amaxofobia”, que significa fobia a conducir.