“Sólo de pensar que tengo que conducir me pongo nervioso”, “Desde el accidente que tuve, me siento incapaz de manejar mi vehículo”, “Noto como estoy perdiendo facultades y me resulta incómodo conducir”, “¿Por qué me bloqueo al estar al volante?, me da miedo que me choquen, no quiero atropellar a alguien”. Pensamientos como estos se refieren a un problema mucho más habitual de lo que nos podría parecer. En el lenguaje profesional se le llama “Amaxofobia”, que significa fobia a conducir.
La educación vial tiene como eje principal generar cultura vial en todos los usuarios de las vías, ya sean conductores, pasajeros, peatones o ciclistas, por lo que incorporarla desde edades tempranas es fundamental, por cuanto en esta etapa se produce la adquisición de hábitos que perdurarán toda la vida.
Conocer el significado de cada color del semáforo, las diversas señales de tránsito, aprender que se debe cruzar la calle sólo en lugares permitidos, y siempre mirando hacia ambos lados, o exigirle a padres, madres y tutores a que siempre los deben acomodar en sistemas de retención infantil cuando viajen en automóvil, son algunos de los conceptos que se nos deben enseñar desde pequeños al momento de salir a la calle.